Puede ser tu mejor amigo o amiga, alguno de tus primos o esa compañera del trabajo con la que mejor te llevas. Imagina que un día llega y te dice “tenemos que hablar”. Si usa esa frase, ya sabes que será algo serio, pero quizás nunca puedas prepararte lo suficiente para que te diga: “tengo VIH”. ¿O sí?
Cuando alguien te revela que vive con el VIH, tu reacción es fundamental, pues lo que digas o hagas le transmitirá señales que dirán más que tus palabras. Así que no está de más que conozcas de antemano la mejor forma de reaccionar, antes de que te suceda.
Mostrar empatía y comprensión hará saber a esa persona que no se equivocó al elegir compartir su diagnóstico contigo, y que le seguirás demostrando aprecio y respeto. El VIH sigue siendo un tema sensible para muchas personas, y compartir este diagnóstico puede ser difícil, por lo que, consciente o inconscientemente, se espera mucho de ti ante esta revelación.
Lee el estado de ánimo
No es necesario que adivines, más bien, observa cómo se siente la persona cuando te lo dice. ¿Está triste? ¿Tiene miedo? ¿Está confundida? ¿Siente rabia? Con solo unos segundos para poner atención en eso, podrás identificar cuál es la forma más adecuada de reaccionar.
Si no ves tristeza o miedo, sino expectativa por lo que tú vas a decirle, lo mejor que puedes hacer es reaccionar despreocupadamente. Procura evitar los adjetivos (como “¡qué mal!” o “¡es terrible!”), solo hazle saber que estás recibiendo la información de la manera más neutral posible (“ok, entiendo” o “vaya”).
Por otro lado, si observas que la tristeza o el temor están inundando a esa persona, pregúntale si necesita un abrazo. Déjala que llore lo que necesite y en estas ocasiones sí puede ayudar mucho un “todo va a estar bien”. Porque además (y afortunadamente) es cierto.
Escucha sin juzgar el VIH
Esta será una conversación larga, así que debes disponerte, primero, a escuchar. Permite que la persona se exprese. Toma en cuenta que es probable que haya pensado mucho antes de compartir esta información contigo, por lo que es importante que le des el espacio para hablar sin juzgar ni interrumpir. Pon atención y procura mantener una actitud abierta.
Esta persona que te ha confiado su diagnóstico puede estar experimentando una mezcla de emociones como miedo, tristeza o incertidumbre. Valida estos sentimientos (en lugar de negarlos) y hazle saber que son lógicos y normales en una situación como esta.
Puede ayudar si dices algo como “entiendo que esto debe ser difícil para ti, estoy aquí para apoyarte”. Esta frase deja muy claro que no habrá rechazo de tu parte.
Otra cosa que puedes hacer es agradecer por la confianza. Revelar información personal como esta (algo muy parecido a “salir del clóset”, pero en cuestión de salud) no es sencillo, y si esta persona lo está haciendo es porque muy seguramente te considera alguien especial.
Esto es lo que NO debes hacer
Es natural que sientas curiosidad; probablemente tienes muchas preguntas en la cabeza, pero evita aquellas que invadan el terreno íntimo de la persona. Quedan absolutamente descartadas las preguntas básicas como quién, cómo, dónde o por qué. Esa información no te incumbe y no es relevante. Si quiere contarte, te contará, no presiones.
Otro “no” rotundo es para juzgar o reprender. Dar lecciones morales de por qué tú piensas que pasó esto o lo que la persona debió haber hecho para evitarlo está fuera de lugar. No debes opinar sobre la vida o la experiencia de otros ni reprenderlos porque “cometieron errores” desde tu perspectiva. Esto no se trata de ti.
Las preguntas que sí puedes hacer son sobre tu papel en este escenario: “¿Cómo puedo ayudarte?”, “¿Quieres que te acompañe a la consulta médica?”, “¿Necesitas apoyo para algo?”, “¿Te ayudaría que busquemos información juntos?”. Lo importante es que sepa que tienes disposición de colaborar.
No tienes que saberlo todo del VIH
Es probable que, si no tienes mucha información sobre el VIH, tengas dudas provenientes de prejuicios. Por ejemplo, “¿cuánto tiempo va a vivir así?” es algo que se preguntaba la gente en los años ochenta, cuando no había tratamientos para controlar el virus. Hoy, los medicamentos son tan efectivos y fáciles de tomar que las personas con VIH viven vidas muy largas y saludables.
Por eso es tan importante que demuestres que nada va a cambiar, que el trato entre ustedes seguirá siendo el mismo. Quizás habrá que recordarle que tome el medicamento prescrito a la hora indicada o acompañarle a hacerse exámenes de laboratorio, pero más allá de eso, la vida seguirá su curso de manera muy normal.
Entonces, este es el momento de informarte sobre el VIH, pero por tu cuenta. La persona no tiene la obligación de educarte y, aunque hay quienes están muy dispuestos a hacerlo, para muchos podría ser una carga extra que no necesita en ese momento. Tener más conocimiento te permitirá brindar un apoyo más informado y evitar caer en estigmas o ideas erróneas.
Por último, respeta la privacidad. La información sobre este diagnóstico es confidencial, no la compartas con otras personas sin permiso. No te conviertas en un canal de rumores o desinformación.
Ahora ya lo sabes, vivir con VIH ya no es nada de lo terrible que durante muchos años se creyó. Es una condición de salud crónica, pero manejable, y lo mejor que puedes hacer en estos casos es brindar tu apoyo sin prejuicios.
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